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La Marrada, el meandro olvidado de Cornellà-El Prat

Publicado el 15 julio 2013 por Ireneu http://es.paperblog.com
La Marrada, el meandro olvidado de Cornellà-El Prat 

 Límite entre Cornellà y el Prat, 2010 
Quien sea futbolero sabrá que el estadio del RCD Espanyol tiene el nombre de "Cornellà-El Prat" y es posible que sepa que es porque está ubicado justo encima del límite entre las dos localidades. Esta situación hace que una portería esté en El Prat y la otra en Cornellà, lo cual no deja de ser una curiosidad. Pero lo que posiblemente no sepa es el porqué de que el límite municipal pase justamente por aquí. Para su información, un meandro del río Llobregat desaparecido hace casi 40 años tiene la culpa.

El río Llobregat, como río con pedigrí mediterráneo que es, tiene un régimen hidrológico muy irregular acorde con el clima en que transcurre. Ello significa que tras periodos muy prolongados de estiaje, en que las precipitaciones -y por tanto el caudal- prácticamente se reducen a cero, puede pasar en unas pocas horas, a unos caudales absolutamente estratosféricos que llegan a hacer desbordar el cauce, creando peligrosísimas avenidas. Es justamente a base de estos episodios tan violentos en que el río transporta lodos, piedras y arena en suspensión, que se ha ido construyendo la llanura aluvial del delta del Llobregat que conocemos hoy día.

La Marrada, 1967
El Llobregat, el cual, hasta llegar a Sant Boi, se encuentra más o menos encajonado y obligado a seguir un determinado camino, a partir de ese punto se abre en una llanura plana como la palma de la mano que obliga al cauce a serpentear creando meandros en su recorrido. Las avenidas, al romper con el cauce anterior, provocan la generación de cursos, meandros y desembocaduras nuevas, actividad geológica de la cual se tiene constancia histórica repetida en la zona del delta del Llobregat desde el tiempo de los romanos, con al menos 185 riadas constatadas desde el año 1100.

Tal como salía el Llobregat del estrecho de Sant Boi, se generaba el primer meandro entre Sant Boi y Cornellà, el cual recibía el nombre de La Marrada, vocablo catalán que significa "rodeo, vuelta" y que evidenciaría la trayectoria sinuosa del río en esta zona. Un río que, a su vez, ha servido tradicionalmente como frontera entre los diferentes municipios que se reparten el territorio del delta. En este caso, el meandro de La Marrada marcaba el límite entre El Prat de Llobregat, que ocupaba la orilla derecha, y Cornellà de Llobregat, que ocupaba la orilla izquierda. Pero todo iba a cambiar a partir del 20 de septiembre de 1971. 

Tras unos días de intensas lluvias en Catalunya, el río Llobregat produjo la peor avenida de la que se tiene constancia desde que se tienen aparatos de medición. El río, que normalmente baja con un caudal de entre 15 y 20 m3/segundo, llegó a su paso por Martorell a los 3080 m3/seg. produciendo una ola de devastación que a su paso dejó herido de muerte el puente de Molins de Rei (ver El triste fin de un puente real) y que al llegar al meandro de La Marrada rompió las pocas defensas que habían, dejando inundados los barrios más bajos de Cornellà (Centro, Riera y Almeda) con una capa de agua de hasta 2 metros de altura. El caos fue total, produciéndose 18 muertos, 1500 viviendas inundadas y unos daños que ascendieron a más de 7000 millones de pesetas de la época. El río había inundado todo el delta izquierdo, afectando los bajos de los edificios de Bellvitge y llegando el agua hasta la misma plaza del Ayuntamiento de l'Hospitalet. Cornellà, el día después

La deficiente defensa contra las riadas, la inoperancia supina de la administración franquista y la total irregularidad del propio cauce, pusieron en pie de guerra a los vecinos afectados. El cauce, en algunos puntos tenía poco más de 60 metros de ancho -totalmente insuficiente para poder asumir un caudal como el que bajó por el río aquel día- y a pesar de que en el 1962 el río ya había avisado de lo que podía llegar a hacer, las autoridades del régimen no hicieron absolutamente nada para evitarlo. Ello creó un movimiento de indignación popular que a base de movilizaciones vecinales obligó a las autoridades a poner en marcha la canalización del río desde el puente de Molins de Rei al puente de la Autovía de Castelldefels, incluyendo la supresión del meandro de La Marrada. Proyecto que si bien ya existía desde las inundaciones del 62, había sido pospuesto continuamente por la administración.



Sin embargo, y a pesar de las inéditas manifestaciones populares exigiendo la canalización, los años pasaban y las obras de la "corta de Cornellá" -nombre que se dio oficialmente a la supresión del meandro-, no se ejecutaban. Mientras tanto, la indignación de los vecinos de los barrios afectados crecía con el miedo de que otra nueva temporada de lluvias produjera una nueva inundación, ya que los diques levantados deprisa y corriendo después de la inundación del 71, eran poco más que un placebo.

 Manifestación de 8/10/1977
No fue hasta el 1974, en que la presión social continuada hizo que el gobierno aprobara finalmente el proyecto, pero con el desquiciante plazo de ejecución de obras de 48 meses, lo cual mantuvo vivas las protestas del vecindario. Aún así, las obras, que eran ejecutadas por la Confederación Hidrográfica del Pirineo Oriental y por Construcciones y Contratas, no se iniciaron hasta el 22 de septiembre de 1975... más los cuatro años de plazo, claro, ya que problemas con las expropiaciones -al menos oficialmente- lo habían impedido hacer antes.

Con esta perspectiva de unas obras más lentas que un desfile de cojos, las manifestaciones reclamando la canalización siguieron adelante para evitar un más que posible paro de las obras. Otra vez la presión popular hizo que las obras no se pararan, y si bien la cosa iba lenta, al menos siguieron adelante hasta su conclusión. 

La Marrada, 1977
A principios de 1976, ya se había marcado el nuevo cauce, el cual reducía los dos kilómetros de La Marrada a tan solo un tramo recto de 1 km, y en agosto de 1978 entraba en funcionamiento el nuevo trazado, si bien los trabajos de adecuación duraron hasta finales del 1979 sobrepasando con mucho los 48 meses preasignados inicialmente. La obra significó mover 849.991 m3 de tierra para construir la variante del meandro, el derribo de una de las masías más antiguas y bellas del delta (Can Parellada de la Boïga, 1699) y el dejar aislado una parte del municipio de El Prat al cual, a partir de entonces, solo se puede acceder desde el término de Cornellà.

 La Marrada, 1986
De mientras, el tramo cercenado se fue rellenando con las tierras que se fueron extrayendo del nuevo cauce. Sin embargo, no fue del todo anulado, ya que, por una parte, en él desembocaban las cloacas de Cornellà y no se podían suprimir a la ligera (de hecho, en la parte trasera del Splau, aún se pueden ver las instalaciones de desagüe, actualmente de pluviales) y por otra, había una empresa que se dedicaba todavía a extraer gravas en el interior del meandro, en la orilla derecha. Esta empresa siguió funcionando, ahora en la orilla izquierda, hasta el 2004-2005 dando paso a la construcción del centro comercial y el nuevo campo del Espanyol.


La Marrada, 2013
Por su parte, el estadio de Cornellà-El Prat, inaugurado el 2 de agosto de 2009, se construyó justo encima del cauce antiguo de La Marrada, por lo que el límite municipal atraviesa el campo de forma oblicua, obligando al club a pedir permisos de obras por duplicado para poder construirlo y dejando la curiosidad de tener uno de los fondos en Cornellà y el otro en El Prat.

 En conclusión, durante años el miedo hizo pensar que la mejor forma de evitar los peligros de los ríos era convertirlos en simples canales de desagüe exentos de toda actividad mediambiental. Con el tiempo se ha visto que era una auténtica aberración y que la forma mejor de tenerlos es cuidarlos e integrarlos en su medio ambiente, un medio ambiente -no olvidemos- que hemos ocupado irresponsablemente.

El by-pass de La Marrada respondió a una necesidad de seguridad de la población afectada por las avenidas del Llobregat, pero últimamente, gracias a los trabajos de recuperación ambiental de sus riberas, se está convirtiendo en una zona lúdica y natural de primer orden. Trabajos que, a su vez, están ayudando a integrar la realidad fluvial en la vida de unas poblaciones que en las últimas décadas habían crecido, por miedo, totalmente de espaldas a este gran río que -aún- es el Llobregat.

 La Marrada (1967) sobre el lecho actual del Llobregat